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Nuestra Historia

En los primeros años del siglo XVIII en la villa de Benacazón y siguiendo las sabias predicaciones de los monjes de la Orden de Predicadores de Santo Domingo, surgió en los habitantes de este pueblo la devoción por la Santísima Virgen en su advocación del Rosario, hasta que en un día 8 de febrero de 1732, diese sus frutos a la fe y a la constancia, viéndose recompensada la lucha sin descanso de un grupo de fieles por conseguir establecer legalmente una nueva Hermandad en esta villa, la de Nuestra Señora del Rosario.

En la fecha indicada el fraile de la Orden de Predicadores D. José Díaz, presidente del grupo emprendedor, envió las que serían Reglas de esta Hermandad para que las autoridades eclesiásticas dieran el visto bueno, y por las que se regiría esta nueva Hermandad del Rosario de Benacazón. Previamente, José Díaz, lector habitual de teología y fundador de la Cofradía del Santísimo Rosario, por comisión que para ello tenía de su muy Reverendísimo Padre Luis de los Ríos, Provisor Provincial de la de Andalucía, Orden de Predicadores, la que aceptó y certificó que, ante el infraescrito monseñor, parecieron el Dr. Don José de Navas, cura de la parroquia de la villa, Don Andrés Daza, Presbítero de la referida iglesia, Don Julio de Ríos y Cabrera, Alcalde Mayor, Don Julio González y Lorenzo Daza, alcaldes ordinarios, todos vecinos de esta villa y para sí y en nombre de todo el pueblo le pidieron la fundación de dicha cofradía y habiendo ya terminado la referida fundación, convocó al pueblo a toque de campanas en la parroquia y cogiendo los escritos se dirigió al presbiterio preguntándole al pueblo qué pedía, y el pueblo respondió con súplicas que se fundase la cofradía. Pasó al púlpito y en él situado, hizo patentes las letras del Reverendísimo General de su Orden de Predicadores, las que por estar en latín tradujo al español a fin de que todos las entendiesen, exponiendo que daba dicho Reverendísimo su Licencia como Comisario Apostólico para que se fundase la Cofradía del Santísimo Rosario en la iglesia parroquial de Santa María de las Nieves de la villa, con condición que se obtuviese el asiento del Sr. Ordinario y del Provisor del Convento más inmediato a dicha villa y mediante la Predicación de un padre de dicha orden nombrado por su legítimo superior y con la condición también que en dicha villa no hubiese otra cofradía del Santísimo Rosario legítimamente erigida y con la condición también que en la Capilla del Santísimo Rosario se pintasen los quince sagrados misterios que en él se incluyen y la Imagen de Nuestra Señora dando el Santísimo Rosario a nuestro Padre Santo Domingo, y con la condición también de que en cualquier tiempo que en dicha villa se fundase el convento de la Orden de Predicadores, dicha Cofradía con todas las indulgencias y privilegios para la silla apostólica concedido y con todos los bienes temporales por cualquier justo motivo adquiridos, han de pasar a dicho Convento, todo lo cual consta en dichas letras testimoniales que quedan en el libro de la fundación de dicha cofradía. También hizo patente y leyó textualmente las letras auto del Sr. Provisor de este Arzobispado en que daba su licencia para la fundación de la cofradía. También leyó textualmente las letras del Provincial de su Orden en las que como Prelado Superior de toda la provincia y por consiguiente del Convento más inmediato a esta villa y también Monseñor le nombraba por fundador de dicha Cofradía dándole para este fin todas sus facultades y Practicadas que fueron estas diligencias, hizo un sermón al pueblo exhortándoles a esta tan celestial devoción y explanándoles las Grandezas, Excelencias, Gracias y Privilegios con el origen de esta Santa Cofradía. Después señaló para el Altar de esta Santa Cofradía, el que está en esta iglesia parroquial, a la izquierda de su entrada principal, en el arco inmediato que se sigue a la puerta que también tiene dicha iglesia, que corresponde a la Calle Real, y dicho Altar está enfrente de la entrada a la capilla de los Condes de Torrejón. Asimismo, señaló la Imagen que es la misma que de vestir queda en dicho Altar y para que conste, lo firmó.

José Díaz, Lector de Teología. Ante mí Diego Adame.

Apruése esta Regla con las notas del Fiscal y las demás ordenanzas y no en otra manera.

Traducción literal de la Aprobación de las Antiguas Reglas de la Hermandad de Nuestra Señora del Rosario:

En la ciudad de Sevilla, en 9 días del mes de febrero de mil setecientos y treinta y dos años, Don Antonio Fernández Pazo, canónigo de la General Iglesia Metropolitana de la dicha ciudad, Provisor y Vicario General en ella y su arzobispado, habiendo visto la Regla que ha presentado para la nueva Cofradía y Hermandad del Santísimo Rosario de María Santísima, sita en la Iglesia Parroquial de la villa de Benacazón, dijo que la aprobaba y la aprobó en todo y por todo, según y como en ella se contiene.
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El 8 de septiembre de 1939 en un incendio en la iglesia, la Imagen de la Santísima Virgen se quemó, no pudiendo hacerse nada para su restauración.

Imagen primitiva de Ntra Sra del Rosario de Benacazón

Sin embargo, el pueblo destrozado anímicamente por tan importante pérdida, sacó su dignidad y amor a la Virgen desde lo más hondo de su corazón y colaboró de manera importante para hacer una nueva imagen, cuyo autor, Castillo Lastrucci, plasmó en ella lo mejor de su talento, resultando la maravillosa y bella Imagen que actualmente se venera en la Iglesia Parroquial de Santa María de las Nieves de Benacazón.

Esta Hermandad, a decir por los que la conocieron, tuvo unos momentos de gran auge, pero, también es verdad, que le llegaron momentos de decadencia. Tanto es así, que hacia el año 1975, un grupo de benacazoneros encabezado por José Morales Treschicas (que así le conocían cariñosamente) con mucho esfuerzo consiguió sacar a la Virgen recuperando la fiesta perdida, aunque a decir verdad, nunca desapareció la devoción por Ella, Santa María del Rosario. Durante unos años, este grupo de personas conseguían sacar anualmente a la Virgen en procesión. Pero fue a partir del año 1984, a mediados de agosto, cuando un grupo de jóvenes, con edades comprendidas entre los 13 y los 15 años, decidieron lanzarse a la difícil tarea de resurgir la Asociación de Nuestra Señora del Rosario, ya que así fue como surgió de nuevo el movimiento cofrade a esta advocación del Rosario.

La idea partió de Pedro Vizcaíno Oropesa. Una tarde tras escuchar unos comentarios de algunos miembros de la antigua Junta y comprobar que peligraba la salida de la Santísima Virgen en el ya cercano mes de octubre, decide comentarlo a unos amigos: José Perejón Luna, Antonio Fernández, Jesús Ortiz de la Rosa y Manuel Acebes Sánchez, quienes, viendo el peligro que corría y ante la posible ruptura de la Asociación, decidieron emprender lo que a priori era una aventura, teniendo en cuenta la edad con que contaba el grupo emprendedor. Pero pudo más el corazón que el miedo al fracaso.



Más tarde serían Manuel Adame Valero, Francisco Calderón, José Manuel Morales, José Manuel Cordero, Antonio Ramos Perejón, Paco Ramos Perejón, Pedro Perejón, José Ortiz, etc., los que se fueron agregando para que en el mes de septiembre, en la Salida Extraordinaria de la Virgen de la Soledad llevaran a cabo su primer acto con la insignia de la entonces Asociación por las calles de Benacazón.

Posteriormente, y una vez tomadas fuerzas, la Asociación (formada únicamente por jóvenes varones) poco a poco fue integrando a mujeres, deseosas de aunar sus esfuerzos en pro de la Asociación y que fueron piezas importantes, eslabones perfectos en esa cadena de amor que formaban todos hacia la Advocación de María Santísima del Rosario. Algunas fueron: María José Bernal, Lola Díaz, Mari Portillo, María Dolores Iglesias, Esperanza Oropesa, etc.

Y sería imperdonable omitir el papel importante llevado a cabo en la Hermandad por Manuel Bautista Melero, Antonio Espinosa, Pedro de la Rosa, Ramón Sánchez Pazo, Justo Bernal, Cecilia Sánchez, Josefa Cabrera, Lola Garrido, Rafael Perejón, Paqui Santana, José M. Bernal, Mari Nieves Vega, María Luisa Vega, Rosario Perejón, Antonio Adame, etc. Hasta el día de hoy, en que, de nuevo, resurge como Hermandad.

Entre las muchas anécdotas se puede decir que a falta de pocos días para la salida procesional de la Santísima Virgen, el saldo con que contaba la Junta de Gobierno ascendía a 800 pesetas, cifra muy lejana como se puede imaginar para sufragar los altos gastos que la salida conlleva.

Este grupo, por tanto, tuvo que afrontar el reto de convertir algo roto y olvidado en lo que hoy es: una Hermandad en auge, con un número de hermanos importante y una Cofradía digna de todo elogio, especialmente cuando la Santísima Virgen del Rosario pasea por las calles de Benacazón entre el fervor y el enorme gentío que le acompaña.

También hay que decir que esta Hermandad sacó por primera vez un paso de costaleros el año 1999, resaltando la inmensa labor de Pedro de la Rosa, en el bordado tanto del nuevo manto de la Virgen como de los respiraderos.

Poco a poco la Hermandad va sustituyendo enseres viejos por otros nuevos, así como también consigue algunos enseres que no tenía: nuevo paso de la Virgen, candelabros de plata, varas, restauración del antiguo Simpecado, nuevo manto de la Virgen, jarras de plata, joyas (entre ellas el nombre de la Virgen, regalado por Pedro Vizcaíno y su esposa, Josefa Cabrera) y otros muchos enseres.

Queremos dejar patente aquí también la colaboración de los párrocos que pasaron por este pueblo durante todos estos años, desde 1984 hasta la fecha y que fueron partícipes directos del resurgir de la Hermandad, como Don José Francisco Blanc Castán, Don Prudencio Giráldez, Don Cristóbal Jiménez, Don José Mazuelos (muy importante para la reorganización de la Hermandad) y Don Juan Fernández Salvador.

Durante estos años se fue perfeccionando todo lo que rodea a la Hermandad: los cultos a la Virgen (Triduo, Función Principal, Santo Rosario cantado por las calles del pueblo), Santa Misa de cada mes, colaboración con Cáritas Parroquial, con la Parroquia, etc.

También se fue creando una Verbena Popular para disfrute de los vecinos de nuestro pueblo, coincidiendo siempre con nuestras Fiestas, en la recolección de aceitunas.